¿Por qué Rafa Nadal ha vuelto a ser número uno del tenis mundial?
Rafa Nadal ha vuelto a ocupar el primer puesto en el ránking de la ATP a lo grande, logrando su tercer US Open y recuperando su mejor tenis. La gran actuación del manacorí en el torneo americano le sitúa como el claro favorito para acabar el año como número uno del mundo, ampliando incluso la distancia con su inmediato perseguidor: Roger Federer.
Cuando el pasado 14 de agosto Nadal recuperó el primer puesto del ránking de la ATP, hubo quien recordó que el ascenso a ese puesto se debía a las ausencias por lesión de Andy Murray y Roger Federer en Montreal y Cincinati, respectivamente. Unas bajas que habían beneficiado al balear para ocupar el “trono” del tenis mundial... aunque fuera de forma temporal.
El 10 veces campeón de Roland Garros, no obstante, ha querido demostrar en el US Open que ha llegado al primer puesto de la clasificación mundial para quedarse una larga temporada. En Estados Unidos sí estuvo Roger Federer y no pasó de cuartos de final: cayó ante unJuan Martín del Potro que después sucumbiría ante Rafa Nadal en semifinales.
De esta forma, el mallorquín terminó el torneo norteamericano consolidando el número uno y alejándose de su inmediato rival. Ahora, su objetivo es acabar el año en la misma posición y, después, igualar los 16 Grand Slam que tiene el suizo. Una meta para la que a Nadal solo le restan dos grandes torneos.
El nuevo escenario que tiene por delante Nadal es muy diferente al que tenía la pasada primavera, cuando ocupaba el quinto puesto del ránking y veía cómo Raonic y Nishikori le pisaban los talones. Después llegaron la victoria en Roland Garros y las lesiones de Djokovic, Murray y Federer. Factores a tener en cuenta pero que no han sido los únicos que le han permitido recuperar el trono del tenis mundial
El “efecto Moyá”
El primer gran paso de Nadal para volver a ser el número uno de la ATP fue el fichaje de Carlos Moyá como “coach” en diciembre de 2016. Entonces, el manacorí aseguró que el objetivo era volver a ganar un Grand Slam, pero no se planteaba ocupar de nuevo la primera posición del ránking mundial.
Moyá venía de entrenar a Raonic y de situar al montenegrino como el número seis del mundo, y su misión era clara: recuperar la mejor versión de un Rafa Nadal al que se le veía cansado físicamente y adaptar su juego para evitar un desgaste mayor.
Ahora, la mano del que también fuera número uno del mundo se empieza a notar: Nadal ha mejorado el saque -tanto el primero como el segundo- y el revés. Además, su juego es más agresivo y protagoniza puntos más cortos, aunque sin renunciar a los intercambios más prolongados desde el fondo de pista que le llevaron a la cumbre en sus inicios.
Mejora en la pista dura
Esa evolución en su estilo de juego le ha permitido mejorar sus prestaciones en pista dura, tal y como ha quedado demostrado tanto en Wimblendon como en el US Open. Así, Nadal lleva en más ocasiones la iniciativa del punto, subiendo en más ocasiones a la red aprovechando una mayor potencia en el saque.
En ese sentido, el propio Carlos Moyá aseguró en una entrevista reciente que el manacorí “va más a por el punto porque el tenis moderno pide más iniciativa y velocidad, y así lo hemos trabajado”.
Además, tal y como explica el nuevo preparador de Nadal, una de sus prioridades erarecuperar su potencia en la derecha, un recurso clave en pista dura. De esa forma, el número uno del mundo ha mejorado también los golpes planos, priorizando las liftadas solo en superficies más proclives para ese recurso, como la arena de Roland Garros.
Una evolución que se considera clave para su reciente triundfo en el US Open y que le sitúa como uno de los grandes favoritos para la Copa de Maestros que se disputará el próximo mes de noviembre. Un torneo que, de ganarlo, le serviría para blindar el número uno del ránking ATP hasta 2018.
Sin lesiones y sin ansiedad
Carlos Moyá y la evolución en el juego de Nadal son dos pilares fundamentales que explican el regreso del tenista balear al trono del tenis mundial. No obstante, hay un tercer factor que también ha sido determinante: el fin de las lesiones musculares y en la muñeca y el adiós definitivo a los problemas de ansiedad que ha padecido el tenista.
En ese sentido, Nadal ha asegurado, en diversas ocasiones, que desde 2005, cuando se lesionó jugando la final del Master 1000 de Madrid, ha atravesado diferentes etapas en las que varias dolencias han amenazado con apartarle de la competición al máximo nivel.
El ejemplo más claro de este fenómeno es la tendinitis que padeció en las rodillas tanto en 2008 como en 2012. Dos lesiones contra las que batalló Nadal haciéndose con la AlterG, una máquina antigravitatoria de la NASA que permite a los deportistas lesionados ejercitar la zona corriendo en una cinta pero sin cargar el peso en la rodilla, ya que reduce el peso corporal del usuario un 80%.
El siguiente desafío al que tuvo que hacer frente Nadal fue la lesión en la muñeca derecha, que parece definitivamente olvidada, y la ansiedad que padeció en 2015. Una ansiedad provocada, precisamente, por las constantes lesiones, y que parece haber dejado atrás: el tenista se encuentra en plena forma física y eso repercute tanto en su juego como en su mente.